Este libro, una etnografía realizada a lo largo de más de seis años, desarrolla una fuerte crítica a las prácticas contemporáneas de crianza de las élites latinoamericanas que, de forma intencional o no, consolidan la desigualdad y las jerarquías sociales a nivel nacional y global. Estas prácticas no son peculiaridades familiares o idiosincrasias benignas, sino transmutaciones del imperio y control estadounidenses y de alianzas ideológicas entre las élites a lo largo del hemisferio, que ahora buscan formas de control que tengan bases morales. Los privilegios y las desigualdades sociales y raciales se justifican en términos de una “buena crianza”; las luchas ideológicas contra la “corrupción” y la “crisis” adquieren legitimidad moral “en el nombre de (algunos) niños”; la “austeridad” en cuanto imperativo no solo nacional, sino también personal y del hogar, se fomenta como identidad aspiracional.