En la Colombia atravesada por la violencia, pareciera que unas gentes y geografías cuentan, mientras que otras no tanto. Unas gentes enriquecidas que importan y habitan en unas geografías de la acumulación y sosiego, a menudo operando en el lugar de la blanquidad, contrastan con otras gentes marcadas racialmente y empobrecidas que habitan las geografías del despojo y del terror.
Eduardo Restrepo argumenta que este principio de inteligibilidad y estructura de emocionalidad articulan una modalidad particular de constituir y mantener la desigualdad social, que más allá de los procesos económicos y sociales de apropiación de la riqueza, de explotación y de despojo, se anudan a un jerarquizado orden moral que alimenta desprecios que matan.