Néfer Muñoz Solano es profesor asociado de español en la Universidad de Dallas y actual fellow del CALAS en la sede Regional de Centroamérica y el Caribe. A través de esta entrevista nos acerca a los paisajes literarios y cinematográficos para reflexionar sobre la representación de las crisis ambientales y la naturaleza, dando a conocer la importancia que tiene la Centroamérica contemporánea dentro de su investigación.
Néfer, ¿nos puedes contar de dónde viene tu interés por estudiar las crisis ambientales desde la literatura y el cine en Centroamérica y cómo se han retratado?
NM: En mi investigación profesional, tengo tres áreas de interés, la literatura centroamericana, las intersecciones y las diferencias entre la ficción y la no ficción en América Latina, específicamente entre el periodismo y la literatura, y finalmente el interés que tengo por Brasil. Entonces, este tema que escogí para trabajar durante mi estancia en Costa Rica para el proyecto como fellow del CALAS, forma parte del primer interés de literatura centroamericana con el fin de aportar a lo que ya se ha trabajado. Para los textos en prosa, yo esperaba encontrar mucho más sobre crisis ambientales y no he encontrado tanto, eso también me permite comenzar a reflexionar. En el caso del cine, sí he encontrado más, tanto documentales como obras de ficción, por eso es que he abierto mi investigación, ya no solo focalizando en las crisis ambientales, sino también un poco a la naturaleza, para poder incluir más obras.
¿Por qué sitúas el análisis de tu investigación en la temporalidad de 1970 a 2022?
NM: En el Centro de Investigaciones Históricas de América Central (CIHAC) de la Universidad de Costa Rica hay tres historiadores, David Díaz, Ronny Viales y Anthony Gebel que han escrito como la Centroamérica contemporánea que conocemos hoy, se gesta a partir de 1970. Esto por una serie de cambios socioeconómicos y culturales que ellos piensan que vienen desde el neoliberalismo, y que todos los procesos neoliberales que comenzaron en la década de los setenta han creado las condiciones para la Centroamérica que conocemos hoy. A mí me interesa trabajar esa Centroamérica contemporánea.
¿Qué papel juega Centroamérica en la trascendencia geopolítica y cuál es la vinculación de esta con la producción cultural?
Comencé a leer el trabajo de Víctor Hugo Acuña y de otro importante crítico que es un geógrafo llamado Carlos Granados, y a través de ellos recurro a su fuente primaria, una figura importantísima en la historia de Centroamérica, José Cecilio del Valle, quien visualizaba y tenía la ilusión de que Centroamérica en el futuro iba a ser el centro del mundo. ¿Por qué? Por muchas razones, por la ubicación geográfica, por las condiciones de istmo, porque en ese momento, como un sueño, se piensa en un canal interoceánico que se iba a crear aprovechando el lago de Nicaragua y el río San Juan (en un primer momento, este canal era conocido como el Desaguadero) y se pensaba que eso iba a generar una riqueza relevante en la región. Entonces, esa centralidad, me parece a mí muy llamativa, porque está en el nombre de Centroamérica, está en la cartografía, en la ubicación geográfica y esa centralidad de la que habla José Cecilio del Valle, encuentra eco en una persona tan importante como lo es el científico y naturalista alemán Alexander von Humboldt, ya que reproduce esta idea en un artículo importantísimo que se llama “Zentralamerika”, escrito en alemán, y donde cita a José Cecilio del Valle. En 1850 Marx y Engels también hablan de esta centralidad y cómo Centroamérica en el futuro iba a ser un lugar importante para el mundo en términos de comercio. Es interesante cómo en 1833, un año antes de su muerte, José Cecilio del Valle, le escribe a un amigo y le dice muy desilusionado que este sueño no va a suceder porque América es la tierra de los temblores. Entonces compara esta inestabilidad telúrica de los terremotos en Centroamérica con la inestabilidad política, y eso me parece muy sugerente. Centroamérica, como espacio físico y simbólico, es un lugar central en la historia global, en el comercio mundial, pero a la vez se diluye en la periferia. Entonces aquí se nota una periferia que es central y una centralidad que es periférica: me gusta explorar esta idea oximorónica. Me interesa mucho analizar artefactos culturales que son contemporáneos, y aquí empleo, el término contemporáneo, como lo emplea el crítico italiano Giorgio Agamben, lo contemporáneo como algo que está en el presente, pero que a la vez se distancia de su tiempo y trata de ser crítico con el presente. Esta idea es ver no solamente el presente, sino la íntima oscuridad del presente, entonces estoy recopilando y analizando artefactos culturales, tanto literarios como cinematográficos, que critican lo que está pasando en el presente
Aunque tu investigación no está finalizada, para llevar a cabo tu análisis ya has seleccionado algunas obras literarias y cinematográficas, puedes contarnos ¿cuáles fueron las motivaciones de esta selección?
NM: Estoy en el proceso de lectura y revisión de estas obras, pero lo que he encontrado es muy llamativo. Algunas películas documentales tratan sobre las quemas forestales, otras sobre la producción de los desechos que afecta a la naturaleza. Después he incluido dentro de mi corpus una película que se llama «A ojos cerrados» que cuestiona ese ritmo frenético neoliberal, ya que trata sobre la vida de una joven que vive con sus abuelos y que trabaja en finanzas por largas horas, mientras que la vida de los abuelos está más en contacto con la naturaleza, con un ritmo diferente de vida, más pausado y reflexivo. Llega un momento en el que la joven se comienza a cuestionar su ritmo frenético de trabajo y del capital. También hay un texto llamado «Lo que soñó Sebastián», una novela de Rodrigo Rey Rosa, que después el mismo autor convirtió en una película. Es una obra sobre un personaje masculino llega al Petén desde la Ciudad de Guatemala. De manera que este personaje es una especie de mesías que tiene una conciencia conservacionista y viene supuestamente a darles “una lección” a las personas que viven en aquel espacio rural, poniendo en tensión lo que es el campo, la ciudad y la sobrevivencia. Después hay un texto de literatura infantil escrito por Rigoberta Menchú y Dante Liano que se llama «Li M’in, una niña de Chimel», este texto es una especie de obra didáctica que intenta enseñarle a los niños guatemaltecos y centroamericanos la importancia de respetar y de estar en armonía con la naturaleza. Hay otras obras de denuncia, como las relacionadas con el asesinato de la activista ambientalista indígena Berta Cáceres. Uno es el documental que se llama Berta Vive, que retrata la vida de esta activista que quería conservar uno de los ríos más importantes para el pueblo lenca indígena en Honduras. Entonces es interesante cómo estos artefactos culturales que he encontrado y que estoy analizando, abordan las crisis desde distintos puntos de vista, ya sea la educación, como en el caso de Rigoberta Menchú, o la denuncia, como la obra de Berta Cáceres. Finalmente, no hay una estrategia ni una estética única de abordaje, pero me encuentro en ese proceso de recolección y de procesamiento de la información.
Texto: Valeria Aguirre Pedroza
Imagen: Fundación Aquae