La basura ha formado parte de toda la vida del ser humano, pues todas las actividades generan desechos que no tienen ninguna utilidad. En la antigüedad, el impacto de los desechos era poco significativo, porque se eliminaban de forma natural al ser biodegradables. Con el crecimiento de las ciudades y el desarrollo de la industria, la cantidad de basura generada se incrementó de forma exponencial. La basura comenzó a ser no biodegradable y su disposición final generó una problemática social, ambiental y de salud. Las propuestas para la gestión de la basura, como la incineración y los rellenos sanitarios, son soluciones con consecuencias indeseadas. Ambas generan gases de efecto invernadero, que contribuyen al cambio climático; la segunda, también genera lixiviados, que contaminan el suelo y los mantos freáticos. Además, la capacidad de incinerar y de almacenar son superadas por la tasa de generación de residuos, debido al crecimiento del consumismo.