Centroamérica es tal vez la región del subcontinente más sacudida por la violencia en las últimas décadas, desde las guerras civiles de la década de los años 1970 y 1980, hasta el surgimiento de los conflictos que emergen entre pandillas, muchas veces relacionados con el tráfico de estupefactos y con las fuerzas represivas del Estado. Durante muchos años, Centroamérica fue la región con el índice más alto de homicidios en el mundo.
Uno de los eventos más terroríficos de la violencia en la región fue la masacre perpetrada hace casi 40 años, el 20 de septiembre 1981, en el poblado El Mozote en El Salvador. Soldados de un batallón especial del ejército torturaron y asesinaron en pocas horas cerca de 900 campesinos, hombres, mujeres y niños, supuestamente colaboradores de la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), lo que justificaba el empleo de violencia extrema en nombre de la seguridad nacional.
El historiador costarricense David Diaz Arias utilizó esta masacre como punto de partida para dictar la conferencia: «Violencia, Paz y Memoria en Centroamérica, 1979-1996», en el marco del primer Seminario Internacional «Historia y memoria de violencia y conflictos en América Latina», organizada por el Instituto CAPAZ, la Universidad del Norte en Barranquilla, Colombia y Centro Maria Sibylla Merian de Estudios Latinoamericanos Avanzados (CALAS).
Para entender el aumento de la violencia en el pasado reciente de Centroamérica, Diaz Arias, que forma parte de la coordinación científica del Laboratorio de Conocimiento: Visones de Paz del CALAS, regresa la mirada hacia etapas anteriores en la historia de la región, que va desde los problemas en la formación de los estados-nación y una fase de reformas a finales de la primera mitad del siglo XX, hasta el ascenso de dictaduras entre 1954 y 1979, que provocaron el surgimiento de movimientos revolucionarios para derrocar las dictaduras como la Frente Sandinista en Nicaragua.
Justamente en la década de los años ochenta, Centroamérica se convirtió en un caldo de cultivo, un escenario importante en la Guerra Fría. Los gobiernos derechistas que se vieron amenazados por movimientos revolucionaros recibieron amplio apoyo financiero, logístico y militar por parte de la administración estadounidense de Ronald Reagan. Las guerras civiles se extendieron a lo largo de la región, principalmente en El Salvador, Guatemala y Nicaragua, causando la muerte de aprox. 350,000 personas y provocando la salida de millones de refugiados. Diaz resalta que es una década difícil de recordar para la historiografía de la región. Historiadores como Héctor Pérez-Brignoli han tratado de explicar la escalada contemporánea de violencia como una construcción estructural del pasado de la región.
Sin embargo, de manera paralela surgieron iniciativas para recuperar la paz como el Grupo Contadora que desembocaron en la firma em 1987 de los acuerdos en Esquipulas en los que las contrapartes adoptaron medidas para promover la reconciliación nacional y el final de las hostilidades. Díaz Arias lo llama ha esta acontecimiento: «paz neoliberal». Esto abrió la expectatvia para un futuro más pacífico para encontrar una salida para la guerra civil de los años posteriores. Efectivamente, durante la década de los noventa, Centroamérica parecía superar la crisis económica y política. Además, comenzaba a consolidar la democracia, acompañado por la instalación de Comisiones de Verdad que investigaban los crimines que se cometieron durante los años de guerra civil, basados en el principio de esclarecer los hechos por amnistía para los perpetradores.
Díaz Arias dedicó la última parte de su intervención a dibujar un panorama sobre la situación en Centroamérica en el siglo XXI a partir de los informes Estado de la Región, publicados en 1999, 2003, 2008, 2011 y 2016. El quinto y hasta ahora último informe (2016) resalta por un lado los avances en cuanto a la reducción de las tazas de mortalidad infantil, elevación de esperanza de vida y la asistencia escolar. Sin embargo, la extrema desigualdad que impera en la región sigue siendo el gran obstáculo para fomentar la convivencia pacífica. Por esto motivo, concluye el director del Centro de Investigación Histórica de América Central (CIHAC) de la Universidad de Costa Rica, la región está ahora probablemente en una peor situación en cuanto a los índices de violencia que en los tiempos de las guerras civiles de la década de los ochenta provocando una ola migratroria en toda la región.