Las políticas demográficas en América Latina se han configurado a partir de las regulaciones del Estado, pero ahora también desde los intereses del mercado. Marcelo Sánchez, investigador del Centro de Estudios Culturales Latinoamericanos (CECLA) en la Universidad de Chile y actual fellow en la sede principal del CALAS en Guadalajara, nos cuenta sobre la eugenesia, sus prácticas, alcances y consecuencias.
Marcelo; ¿podrías explicar qué es la eugenesia y de dónde viene este concepto?
Marcelo Sánchez: La eugenesia nace en la Inglaterra victoriana, es un proyecto científico-social que tiene como padre a un naturalista británico que se llama Francis Galton, quien de hecho era primo de Charles Darwin. Galton además era matemático, geógrafo, le interesaba la atmósfera, y creó la palabra eugenesia en 1883. Lo que él se plantea es un proyecto científico y social que va a usar todo lo que esté a disposición para mejorar la calidad de una raza o población.
Galton dedicó toda su vida a promover este proyecto y, de hecho, aportó un dinero para crear en la Universidad de Londres, la Cátedra Galton. Con ello inició todo un proceso de difusión internacional de la eugenesia que, hasta antes de la Primera Guerra Mundial, era una ciencia de novedad, de vanguardia, abierta a la utopía y a ciertas relaciones con el socialismo y el anarquismo. Sin embargo, después de la Primera Guerra Mundial, se transforma en un proyecto netamente conservador, que promueve todas las medidas posibles para mejorar la calidad y cantidad de una raza o población. Y otro importante aspecto que destacar es que la eugenesia era una ciencia: tenía cátedra universitaria, congresos, revistas e instituciones alrededor de ella.
En su época, la eugenesia era plenamente un pensamiento científico, muy relacionado con el origen de la genética, la fisiología, la endocrinología, y con otras ramas de la medicina, pero siempre con carácter de ciencia. O sea, no era una pseudociencia, ni algo marginal, era parte del pensamiento científico sólido y autorizado.
¿Y cómo es que llega este proyecto a América Latina?
MS: Lo que pasa es que la eugenesia era un proyecto muy prestigioso, de vanguardia científica, que realiza un primer congreso internacional en Londres en 1912 y después, realiza un segundo congreso en Nueva York durante 1921. Con esto se empieza a transformar en un lenguaje científico que van adoptando las élites latinoamericanas, especialmente los médicos, los abogados, los educadores y los religiosos, preocupados en el fondo por los problemas sanitarios de América Latina, como el alcoholismo, la sífilis, la desnutrición infantil, la falta de atención al parto, etc. Todos estos son temas que se relacionan con la eugenesia por el hecho de ser una ciencia preocupada por mejorar la calidad de la población. Entonces se va instalando este lenguaje en las élites científicas latinoamericanas y también hay un impulso muy fuerte a través de los congresos panamericanos de eugenesia, los cuales se organizaron y se realizaron en 1927 La Habana, otro en 1934 en Buenos Aires y otro en 1938 en Bogotá. En las décadas del 20 y del 30 del siglo pasado, la eugenesia estaba muy empoderada en relación a los grandes problemas sanitarios que enfrentaban los países latinoamericanos. Es decir, no siempre fue leída como una herramienta de control o disciplinamiento, sino que tuvo aspectos positivos a partir del objetivo de erradicar enfermedades que vulneraban a la población en América Latina.
Y a partir de esto, ¿qué papel desempeñó el Estado para la proliferación del proyecto eugenésico?
MS: Eso es muy importante porque en este impulso eugenésico —por nombrarlo de una forma—de la primera mitad del siglo XX, las élites profesionales de médicos y abogados luchan por incorporarse al Estado y que sea el Estado el que promueva mejor nutrición infantil, la lucha antialcohólica, la lucha antivenérea, mejores habitaciones, esterilización eugénica, pues las medidas que promovía esta ciencia, siempre se ven interpretadas por el Estado, por la legislación o por los aparatos y sistemas sanitarios. Por ello, la gran lucha de la eugenesia de la primera mitad del siglo XX era incorporarse al Estado y desde ahí, implementar sus políticas y legislaciones, que es en el fondo la gran diferencia con lo que se podría llamar la eugenesia de las primeras décadas del siglo XXI, la cual sería una eugenesia que existe y proporciona algunas herramientas biotecnológicas, pero que están a disposición de los intereses privados, como por ejemplo, el diagnóstico de preimplantación de embriones, es decir, crear embriones fuera del útero y hacerles screening genético para saber cuál implantar, cuál es el más sano, y que no tenga ninguna falla en su estructura genética, pero todas esas herramientas ya no son impulsadas por el Estado, sino que dependen de la capacidad de pago de las familias que quieren usar estas herramientas. A esto se le suele llamar como eugenesia liberal, porque en ella no hay un rol del Estado, son intereses privados los que hoy están haciendo uso de estas biotecnologías.
Siguiendo esta idea de la capacidad de gestar, ¿qué es el natalismo eugénico y cómo afecta a las mujeres y personas gestantes en América Latina?
MS: Las primeras legislaciones sobre esterilización eugénica se cursaron en Estados Unidos, en el estado de Indiana en 1907 y en algunos estados del país del norte siguieron vigentes estas leyes hasta la década de 1970. En la década de 1960 y 1970, las principales víctimas de estas esterilizaciones obligatorias —estamos hablando de ligadura de las trompas de Falopio— fueron mujeres afrodescendientes y latinas en el estado de California.
En el sur, tenemos otro evento también trágico en el Perú, durante el periodo de Alberto Fujimori: la esterilización masiva para mujeres y hombres, generalmente pobres e indígenas. De este suceso hay un registro indeterminado de entre 240 mil a 280 mil personas esterilizadas de forma compulsiva. Las mujeres son las principales víctimas de esta política eugenésica, y además, del lado de los roles de género, la eugenesia promovió mucho la indisolubilidad del binomio madre-hijo, creando una responsabilidad única y total de la mujer en la regeneración de la raza, en el futuro de la raza. La eugenesia promueve muchas normas disciplinarias sobre el cuerpo de la mujer, su conducta, su moral, sus conocimientos, pues prácticamente la única dirección es la maternidad. La eugenesia ha afectado a las mujeres latinoamericanas, tanto por la vía de la esterilización, pero también en el proyecto histórico de la eugenesia, en el hecho de consolidar el rol tradicional de las mujeres en el patriarcado.
Mencionas en tu proyecto que las prácticas eugenésicas tienen detrás argumentos liberales y provida, ¿cuáles son estos argumentos y cómo se configuran?
MS: Eso ronda un poco con la bioética, los avances tan acelerados que tiene la biotecnología, la genómica, y la relación de esto, reside en el hecho de que la eugenesia, históricamente, fue pro natalista, porque en el fondo se entendía que el objetivo de la eugenesia era lograr la mejor calidad de población, pero también una gran cantidad de población, porque los Estados, tanto en Europa como en América Latina, en la primera mitad del siglo XX asumían que cantidad de población equivalía a poder económico y poder industrial. Los Estados luchaban por el promover el natalismo, por ello las políticas eugenésicas son natalistas, antiabortistas y promueven una regulación del matrimonio para que sea un matrimonio sano, donde se críen hijos o hijas genéticamente apropiados para el Estado, entonces hay una larga tradición de reflexiones provida que tienen raíces eugenésicas, porque además, lo que siempre se promueve es la calidad de lo que se va a engendrar.
Hay un caso muy interesante, el de Margaret Sanger, la gran promotora de la anticoncepción, de los derechos de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, la libertad para abortar, la libertad para engendrar, el consumo masivo y educado de prácticas anticonceptivas en Estados Unidos. Pero al mismo tiempo promovía la esterilización eugénica de las afrodescendientes, de las pobres y de las latinas. Esto fue también una política liberal feminista, pero con un corte de clase muy evidente: no son los mismos los derechos de las mujeres blancas, educadas, anglosajonas que los derechos de las pobres, las latinas, las afrodescendientes, frente a las cuales la misma persona está dispuesta a que se implementen medidas eugénicas.
Retomando lo que mencionas sobre los avances biotecnológicos en la pregunta anterior, ¿de qué forma el desarrollo científico-tecnológico actual influye en el desarrollo de prácticas eugenésicas?
MS: Hay una serie de tendencias filosóficas-científicas, como el transhumanismo, el largoplacismo, el altruismo efectivo, que están pensando la especie humana en dimensiones temporales de miles de generaciones a futuro y que en muchos materiales, como en la filosofía, en la ciencia ficción, en la literatura, en los soportes mediales, promueven una mejora continua de la especie humana en relación con el desarrollo biotecnológico y tecnológico, cuya utopía final puede ser abandonar el homo sapiens, transformarnos en otra cosa y ya con esas nuevas habilidades, emprender un camino a la conquista de otros planetas. Si pudiéramos decirlo en pocas palabras, ese es un proyecto tecno-científico que cuenta con el respaldo de las grandes riquezas occidentales que están apoyando el desarrollo de las inteligencias artificiales y de la biotecnología, sin importar alguna consideración ética.
También podríamos prever que no se trata de desarrollos tecnológicos con fines democráticos y universales, sino que en el fondo pueden llegar a ir calificando las vidas y decidiendo quienes merecen vivir, quienes no lo merecen, quienes merecen tener acceso a tal o cual tecnología, quienes no merecen tener acceso a esos mismos soportes. Son proyectos sobre los que cabe tener suspicacia, observaciones éticas, sociales, de derechos humanos, porque si bien son utopías a largo plazo, alimentan cuestiones en el presente. Son tendencias que preocupan y, deberíamos tener una noción de lo que está pasando en ese ámbito e intentar algunos controles éticos-políticos frente a esos desarrollos.
Esto lo ligo al panorama actual del uso de Inteligencias Artificiales para las tareas cotidianas, pero también para trabajos más complejos y somos nosotros quienes retroalimentamos los algoritmos, generando, en muchas ocasiones, que repliquen ideas racistas, sexistas y de exclusión.
MS: Claro, porque esa es como la gran duda. El algoritmo tiene la inteligencia lógica pero no tiene el contexto, no tiene la sensación, no tiene la emoción. Muchos psicólogos y neurocientíficos que están preocupados del tema de la inteligencia, opinan que no puede haber inteligencia sin cuerpo, o sea, que la inteligencia es alimentada de cuestiones sensoriales, perceptivas, culturales, emocionales, por lo que resulta extraña una inteligencia sin emoción, sin sensación, sin percepción, y que justo es la inteligencia de estos sistemas. Además, estos sistemas pueden promover una gran concentración de poder en pocas personas, como se ha demostrado en la manipulación de la opinión pública frente a eventos electorales, en que los algoritmos van creando opinión con base a los intereses de determinado grupo o persona que aspira a tener (más) poder.
Para finalizar, ¿qué similitudes o diferencias existen entre las prácticas eugenésicas actuales y las del principio del siglo XX en América Latina?
MS: Yo creo que hay algunas cosas que tienen una gran continuidad y similitud. Por ejemplo, desde el primer momento la eugenesia tuvo en su mira a los criminales. Es decir, la eugenesia de la primera mitad del siglo XX promovía que los criminales y la población penal debía ser esterilizada, recluida, y eso hoy en día tiene una gran continuidad dada la crisis de seguridad y la expansión del crimen. Asistimos a tecnologías que renuevan los preceptos eugenésicos para tratar a los criminales. Un ejemplo es la cárcel que acaba de crear Nayib Bukele en El Salvador, para controlar y encerrar de por vida a las pandillas salvadoreñas. Vemos, entonces, que hay ciertas continuidades.
Tal vez la máxima diferencia es que la eugenesia en el siglo XX aspiraba a controlar el Estado, para que implementara las políticas adecuadas para mejorar el futuro de la raza o el futuro de la población, y hoy en día el Estado, en muchos países latinoamericanos, está siendo reducido. Se reducen los derechos básicos universales y gratuitos, se pasan muchas funciones al mercado, tales como la vivienda, la salud y la educación. Con esto observamos que, más bien, hay una retirada del Estado y un abandono de sus deberes básicos, que dejan a la eugenesia en manos de los intereses privados. La eugenesia actual ya no apela a controlar el Estado, apela a controlar directamente a las personas a través de mecanismos como el consumo, la inteligencia artificial y la transformación de la salud en un mercado y no en un espacio de derecho universal básico y gratuito. Yo diría, que la principal diferencia, es la renuncia a ocupar el Estado para promover las políticas eugénicas.
Foto: Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la UCP (IDEHPUCP), 2021.
Texto: Abi Valeria López Pacheco