CALAS

Imágenes de territorios insurgentes y usurpados. Entrevista con Fernando Resende

A partir de las múltiples crisis que atraviesa América Latina, Fernando Resende —investigador de la Universidad Federal Fluminense y fellow del CALAS— explora desde los estudios de comunicación y la geografía, las formas de r-existir y sentir en los territorios latinoamericanos.

Fernando; en tu investigación hablas de las geografías del sur y de los territorios insurgentes. ¿Podrías decirnos de dónde viene la idea de trabajar estos temas?

F.R.: La idea surgió desde hace cinco años, cuando empecé a trabajar con el concepto de territorio, pero desde hace diez años trabajo con la relación entre Brasil, Oriente Medio y África. En aquel momento ya discutía sobre América Latina y estudiaba las cuestiones de los conflictos y su representación. Con esto, seguí trabajando con imágenes de conflictos variados en esas partes del mundo y, a partir de ello, comencé a pensar en que sería interesante hacer un tipo de cartografía de imágenes que me permitirían ver las geografías del sur.

¿Cómo entiendes el sur global y cómo lo sitúas en tu investigación?

F.R.: El Sur, para mí, no es una geografía física. Es una cuestión de geopolítica, más puntualmente, una cuestión de modos de ser y vivir, los cuales están involucrados en sistemas de poderes que los deslegitiman y subalternizan.

Comencé a pensar las relaciones entre Norte y Sur desde una perspectiva de fuerzas y de geopolítica a partir de todo lo que vemos. Para mí, la idea de Geografía del sur se volvió más potente al momento de pensar en leer esta parte del mundo a través de imágenes. Con eso también fui pensando que, lo que pasaba en esa geografía en términos de un contrapoder, se podría pensar como territorios insurgentes. ¿Por qué estoy hablando de eso?, porque vienen de la idea básica de que un territorio, cualquier territorio, se produce como resultado de luchas, de conquistas. No hay ningún territorio que sea fijo, el territorio es movimiento y siempre es resultado de lucha.

Has hablado ya de geografías y también de imágenes, incluso de una cartografía visual, ¿cómo llegas al cruce de la geografía y de los estudios visuales?

F.R.: Es muy interesante eso. La escritora Irit Rogoff dice que la idea de la geografía, además de ser una relación entre sujetos y lugares, también es algo que se pone en escena desde la perspectiva de las visualidades. La idea es que creamos geografías mientras producimos imágenes; es como si viéramos el proceso al revés: las imágenes inventan, cruzan y producen geografías. Desde este principio estoy pensando que las imágenes producen esas geografías que llamo territorios insurgentes, que son formas de instalar y de presentar el mundo desde una perspectiva de un contrapoder.  No trabajo con las perspectivas binarias, como si existiera algo puro: las cosas se cruzan y la invención de geografía también está contaminada con el sistema, que es, de hecho, un sistema muy complejo de poderes y contrapoderes.

Mencionas varios entrecruces muy interesantes, como el cuerpo y territorio ¿cómo se entrelazan estos conceptos?

F.R.: Eso se relaciona directamente con un territorio usurpado, el cual entiendo como un territorio que ha sido tomado desde la conquista por sujetos y por grupos estructurados en poderes dominantes, incluso, con imaginarios que son dominantes y que provocaron que todo lo que había en América Latina quedara soterrado.

Para nosotros, la idea de territorio es parte de lo que tenemos y necesitamos para vivir. Esto lo que intento decir lo explica el geógrafo brasileño Rogério Haesbaert, quien dice que el territorio en América Latina es una categoría de la práctica. Y aunado a esto, él entiende que el cuerpo es la escala mínima cotidiana de resistencia.

Lo que tenemos para vivir es el cuerpo. Entonces, el cuerpo no está desconectado del territorio, y eso lo hemos podido ver a través de los feminismos latinoamericanos y grupos de indígenas. El territorio y el cuerpo son partes que están implicadas, que se producen de una forma conjunta, son instancias inseparables, pero cada una tiene sus particularidades, y son indispensables para que América Latina construya su lucha.

¿Cómo se vive en un territorio usurpado?

F.R.: Para ello, partí de la pregunta: ¿qué es vivir en un territorio usurpado mientras en este territorio tú no te sientes perteneciente? Esta falta de pertenencia puede que se dé por regímenes de exclusión, por políticas de expulsión, por un racismo que, de muchas maneras, es cotidiano en nuestro territorio latinoamericano. Estos regímenes de expulsión hacen que grupos de personas estén siempre involucrados con la pregunta que mencioné.

Cuando empecé a ver las películas con las que estoy trabajando, vi que eso se repite; no es exclusivo de Brasil o de México, sino que hay similitudes. No solo se trata de pensar en el territorio en términos de la tierra sino a partir de una cuestión de arraigo, de pertenencia y también de identidad: ¿quién soy yo?, ¿qué hago yo?, ¿cómo sería el cine que haría si fuera afrodescendiente, y estuviera alejado de la producción cinematográfica convencional?, pensando justamente, en que la producción audiovisual siempre ha sido una producción blanca, heteronormativa y patriarcal, la cual excluye a esos mismos cuerpos, esos mismos sujetos.

En tu proyecto hablas de una cuestión muy interesante: la desterritorialización de los sentidos, ¿en qué consiste?

F.R.: Apenas empecé a trabajar más detenidamente con las películas de México, comprendí que había algo que yo tenía que hacer en esta investigación y es una crítica, que no es nueva en términos de que nadie la ha hecho, sino que la estoy haciendo desde una perspectiva de pensar una maquinaria colonial. Parto de una crítica a partir de lo que llamo la máquina de cosificar gente, en la cual voy a tratar de pensar el sistema político de colonización que pasa en las Américas como sistema de colonización de los imaginarios. En esta lucha, para colonizar el imaginario, se tuvieron que excluir formas de vidas y cosmogonías que no pertenecían a esta forma de visión del mundo. Utilizando la idea de que el territorio es siempre una lucha constante, trabajo con la idea de que hubo una desterritorialización de los sentidos para que la colonización de lo imaginario hubiera sucedido con éxito. Es un problema que estoy viendo: los sentidos fueron desterritorializados, dispersos, porque fueron puestos en sistemas que los posicionan como no legítimos, desconsiderándolos como sistemas de valores por sí mismos. Los jóvenes que hoy producen sentidos desde las imágenes, representan a los cuerpos que fueron soterrados en aquel momento y con ello se da un proceso de reterritorialización.

Entonces, ¿en el territorio se han dado procesos simultáneos de lucha?

Sí. De hecho, en el territorio, el proceso de desterritorializar y el de reterritorializar suceden al mismo tiempo. Es algo muy dinámico y da muestra de la lucha anticolonialista. La meta final del sistema colonialista es conquistar el territorio, es entenderlo como suyo. Ese deseo es un proceso, y lo que estoy intentando entender es que las imágenes que hoy se producen, son una forma de producir reterritorializaciones de sentidos que fueron desterritorializados. Lo que intento decir de esas imágenes es que las veo como acontecimientos que llamo estéticos-políticos, porque lo que aquí está involucrado es una estética, una forma de producir sentido que no deja de lado la cuestión política, están involucradas mutuamente, son instancias que no están separadas.

Las imágenes en las películas producidas hoy en Brasil y en México, para mí, son acontecimientos estético-políticos que producen lucha, eso es muy importante porque son prácticas de r-existencia. Intento analizar esas imágenes de acontecimientos estético-políticos desde una perspectiva metodológica que llamo poética de la dispersión, ponerlas juntas para entender este espacio multifacético que constituye a América Latina.

Respecto a este punto metodológico, ¿Podrías explicar en qué se basa la poética de la dispersión?

F.R.: Desde una poética de la dispersión, se puede hacer una crítica al hecho de que la maquinaria colonial produjo una forma de comprender el espacio y el tiempo que hizo que los fenómenos en este espacio fueran fragmentados, congelados y puestos como si estuvieran dispersos y sin sentido. La maquinaria colonial produjo la homogenización del espacio. Cuando se toma un territorio es como si se inaugurara un tiempo, un nuevo presente, a partir de una civilización que aquí ya no existe y si existe, es salvaje. Con todo esto empezamos otro tiempo, una construcción de un nuevo mundo.

La homogeneización del espacio y la condensación del tiempo produjeron formas de luchas porque esto es una estrategia política. La poética de la dispersión que estoy sugiriendo es una metodología de trabajo que justifica y nos ayuda a trabajar con la idea de que estos acontecimientos no están fragmentados, no son productos de uno u otro país, son resultados de una lucha. En ese sentido es una propuesta metodológica-analítica, porque voy a analizar lo que pasa desde las relaciones que veo entre ellos. La poética de la dispersión, idea también generada desde una muy importante interlocución que hago con el trabajo del poeta brasileño Ricardo Aleixo, me ayuda a pensar que el territorio y el cuerpo son parte de las relaciones de poder colonial. Es una propuesta de leer el territorio latinoamericano desde la perspectiva de las imágenes que se producen hoy, pero conectándolas con el pasado. De alguna manera la temporalidad también se cruza en esta metodología, porque los tiempos, de alguna manera están juntos y sucediendo al mismo tiempo.

Para concluir me gustaría preguntar: ¿cómo han modificado los elementos estéticos- políticos el sistema colonial? Ya que has mencionado que son un tipo de resistencia y contrapoder con respecto al imaginario colonial.

F.R.: Estamos hablando de un sistema de lucha constante, y son estos acontecimientos políticos y estéticos los que modifican el sistema colonial. Ese es el principio de todo: el territorio es un sistema constante de producción de lucha.

La transformación del sistema colonial está involucrada en este proceso de hacer y de producir sentidos distintos, temporalidades distintas en el mismo espacio. Luchar contra el sistema colonial es también estar dentro del él produciendo otros sentidos, otras formas de existir. La modificación no es algo que pasa de inmediato, pasa en el sistema mismo de reconfiguración territorial. Estamos pensando ahora en términos de un proceso de reconfiguración del territorio: lo que vivimos hoy no es lo mismo que vivimos a fines del siglo XX y la conciencia que tenemos hoy de la lucha colonial es distinta a la del siglo XVIII o XIX. Los tiempos cambian la comprensión de las cosas y eso es parte del sistema de reconfiguración territorial.

Modificar el sistema es estar en este proceso de lucha; con lo que esos jóvenes hacen hoy, no tengo duda, es una forma muy importante y muy potente de transformación de un sistema de comprensión de lo que es el colonialismo. Estamos produciendo sentidos en espacios micros. Si queremos pensarlos como lugares, y con la discusión en puerta estamos produciendo sentido en el territorio y el espacio. Estamos trabajando con sentidos que atraviesan el tiempo y justamente por eso, interpelamos el pasado, el presente y el futuro. Así, creo yo, reconfiguramos el imaginario colonial.

Texto: Abi Valeria López Pacheco

Foto Galería: Performance de  PH Joel "A solas con Nawayomo", Casa Seminario 12, Ciudad de México, 2021. Galeria Muy (Chiapas) y Vaychiletik, Xun Pérez, 2021

Fecha: 
Miércoles, Mayo 31, 2023