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Educación en la Argentina de Milei: horizontes presentes y futuros

Cinthia Wanschelbaum es Doctora en Ciencias de la Educación por la Universidad de Buenos Aires (UBA), actualmente es Senior Fellow en la sede principal del CALAS en Guadalajara, México. En esta entrevista nos adentra al contexto del sistema educativo del gobierno de Milei y las múltiples afectaciones que genera la privatización de este sector.

 

Cinthia, ¿qué precedentes de investigación puedes compartir ahora y qué te ha traído a realizar este proyecto del CALAS? 

Cinthia Wanschelbaum: Venía investigando ya hace unos años los proyectos político-educativos de gobiernos y fuerzas de derecha. Entre que presenté la propuesta de investigación para la beca en CALAS y que vine a realizar la estadía en enero del 2023 pasaron algunas cosas en Argentina. Principalmente, Javier Milei ganó las elecciones y es el nuevo presidente de la nación. 

A partir de esta sacudida reformulé mi objeto de investigación. Venía pensando en comparar a Argentina, Brasil y Chile pero lo reformé a la luz de los acontecimientos políticos, a partir de la problematización de la realidad concreta. Como mi enfoque de investigación es inductivo, voy construyendo el conocimiento a partir de lo que va emergiendo en la realidad. Entonces focalicé mi proyecto en el caso de Javier Milei en Argentina y los primeros lineamientos, orientaciones y acciones de su política educativa. 

Siguiendo con las consecuencias de la victoria de Javier Milei, ¿qué implica pensar la educación desde un gobierno de ultraderecha? 

CW: Justamente vengo pensando, a partir de las lecturas que he hecho y los debates con otros fellows acá en CALAS, cómo denominar a este gobierno, si ultraliberal, extrema derecha, ultraderecha, derecha radicalizada. Ahí se arma en el campo académico lo que Camus nombra como batalla terminológica, que a mí no me interesa esa disputa o esos matices que hay en la academia en términos teóricos, sino en términos políticos. 

Definir a este gobierno implica preguntarnos cómo lo estamos interpretando y qué acciones de resistencia debemos construir desde el campo educativo. Entonces algo que parece como una mera conceptualización ya implica todo un posicionamiento político respecto a la ofensiva de este gobierno. 

Yo estoy pensándolo más como un gobierno de extrema derecha y a la Argentina inmersa en un proceso de fascistización que viene desde antes del gobierno de Javier Milei, como plantea Daniel Feierstein. Esta emergencia de prácticas fascistas empezaron a verse en Argentina con el Gobierno de Macri y se  están  agudizando con el triunfo de Javier Milei. Por ello, la novedad de mi objeto de investigación tiene que ver con poder analizar cómo son las propuestas educativas de un gobierno de extrema derecha en Argentina, que es algo profundamente novedoso y ahí entra lo interesante también para comparar con otras experiencias históricas recientes: el Brasil de Bolsonaro y los Estados Unidos de Trump. Lo que está a la vista es que Javier de Milei declaró una guerra contra la educación pública. 

Ya nos adelantas sobre la privatización, entonces ¿cómo se ve afectado el sector educativo a partir de este nuevo proyecto educativo? 

CW: El gobierno acaba de lanzar el Programa de asistencia «Vouchers educativos» que consiste en la entrega de una suma de dinero a las familias cuyos hijos asisten a instituciones educativas públicas de gestión privada. La voucherización de la educación es uno de los focos principales de la política educativa de Milei. Y ahí  aparece una cuestión lógica: si usas la plata para darle a los padres y a las madres para que paguen la educación privada con estos subsidios, implica que en vez de destinar la plata al sistema educativo público, la destinan al sistema educativo privado. En Argentina ya hay una historia de subsidios a la educación privada, es decir, que las escuelas privadas, sobre todo en la ciudad de Buenos Aires, reciben subsidio del Estado para pagar, principalmente, parte de los sueldos docentes. Con esto se profundiza aún más esa acción del Estado favoreciendo a los privados. Y acá hay algo interesante para pensar, porque todavía no terminamos de ver —por el tiempo que lleva en el gobierno—, si Milei quiere la destrucción total del Estado o quiere utilizar el Estado para beneficio del sector privado, de las corporaciones empresariales, a favor de las clases dominantes y de la concentración del capital. Todavía no sabemos bien cuál es fehacientemente su proyecto, capaz son las dos cosas: destruir lo público del Estado, el estado de derecho y los derechos y utilizar al Estado para favorecer al mercado a las clases dominantes.

Pensando también en actores clave, ¿de qué formas este proyecto de educación de Milei afecta a las y los docentes?

CW: Hasta acá he puesto el foco más en términos de privatización y liberalización de la educación que tiene esta guerra contra la educación pública que está planteando Milei, pero otro foco fundamental de esta disputa es la batalla cultural. Esos son los dos focos que identifico de la ofensiva del gobierno de Milei en la educación:  la privatización y liberalización, por un lado, y la batalla cultural por el otro. En esta batalla cultural él plantea varias cosas. En primer lugar, que las escuelas son espacios de adoctrinamiento. Para él, lo que se enseña en las escuelas forma a los niños, niñas y jóvenes en ideas socialistas y además de un modo que se crítica al liberalismo. Lo que él suele decir es que son espacios de adoctrinamiento. Y ¿quiénes son los que adoctrinan para Milei? Las y los docentes, sobre todo quienes estamos sindicalizados, nos concibe como enemigos. 

Desde esa concepción de las y los docentes como enemigos, lo primero que hizo como una de sus primeras decisiones políticas, fue dejar de enviarle a las provincias desde el Estado nacional un fondo que se venía enviando desde hace 20 años para mejorar un poco los salarios docentes. Entonces, lo que quiere destruir Milei es justamente lo que Adriana Puiggrós denomina el Sistema de Instrucción Pública Centralizado Estatal, aunque ya no diría ni sistema, sino una educación premoderna, prestatal y presistema. ¿Cómo sería esa, además, ese proyecto de destrucción? a partir de la privatización de la educación, a partir de incorporar lo que él denomina «las fuerzas del mercado» en el campo educativo, lo podemos ver claro con el recién aprobado programa de vouchers. Y otra de las medidas que tomó Milei fue degradar el Ministerio de Educación a Secretaría dentro del Ministerio de Capital Humano. Con esto vemos que las primeras medidas que tomó la presidencia atacan directamente al salario docente. 

Mencionas que el proyecto educativo de Milei tiene este objetivo de destruir el sistema centralizado estatal, ¿en qué consiste la descentralización de la educación en el gobierno actual?

CW: La educación en la Argentina ya está descentralizada, teníamos —ahora no existe más como ministerio, pero teníamos— lo que se suele decir a un Ministerio de Educación Nacional sin escuelas. Lo único que tenemos nacionales en el sistema educativo argentino son las universidades, pero los jardines, las escuelas primarias y las escuelas secundarias no dependen de la Nación y ese proceso se inició en la dictadura que se transfirieron las escuelas primarias a las provincias y el menemismo, el Gobierno de Menem, terminó de realizar ese proyecto de la dictadura transfiriendo a las escuelas secundarias y los terciarios a las provincias. Entonces la descentralización, significa que en vez de hacerse cargo el Ministerio Nacional de las escuelas, se hacen cargo las provincias y hay varias cosas con ello. Una es que las escuelas empiezan a ser financiadas por las provincias, —también por aportes de la Nación, porque la Nación sigue enviando financiamiento a las provincias para esas escuelas—, y es a partir de esa coparticipación que es desigual, que no es igual para todas las provincias, y dado que ni las realidades provinciales no son iguales, . Con todo esto decimos que la descentralización, lo que implicó en la realidad concreta, es una balcanización del sistema educativo y  son procesos de desigualdad a nivel nacional y diferenciación educativa. 

Por otro lado, hay que poder decir también que históricamente la descentralización, no en términos económicos pero sí en términos pedagógicos, es algo defendido por propuestas progresistas. Porque en el sentido de poder definir qué se enseña en las escuelas a partir de las realidades concretas de las y los estudiantes, se propone una articulación entre currículos nacionales y realidades concretas de las pibas y los pibes, Es algo que hemos defendido históricamente, pero no es el proyecto de descentralización neoliberal que se propone actualmente. Lamentablemente los procesos de descentralización no son algo que se esté investigando profundamente dentro del campo educativo, no todavía.

Dentro de tu proyecto hablas de las evaluaciones estandarizadas, ¿en qué manera éstas limitan las formas de aprendizaje y de diversidad cultural que existen? 

CW: La política de evaluación estandarizada es algo que se está dando a nivel mundial. Tienen la particularidad de que se utilizan para varios fines, entre ellos, supuestamente, dan información objetiva. Sabemos que no existe eso ni en la matemática, entonces, se utilizan esos datos para atacar al sistema educativo público. Esa es una de las primeras de las primeras funciones de estas evaluaciones. Una segunda función es lo que pasó en Estados Unidos: se evalúan a las escuelas y se elaboran rankings. Con esta política de los vouchers, si yo tengo la plata y soy quien elijo la escuela, voy a elegir para enviar a mi hijo, a mi hija, a aquellas escuelas que están mejor rankeadas y aquellas escuelas que dejan de recibir estudiantes porque están mal en los rankings, terminan cerrando. Escuelas públicas terminan siendo convertidas en escuelas privadas administradas por empresas. Entonces, por ejemplo, Coca-Cola se hace cargo de una escuela pública y la convierte en una escuela privada. Así es lo que ocurrió con la charterización de la educación en Estados Unidos. Una tercera función es para evaluar a los docentes, porque evalúan a estudiantes, pero se sabe quiénes son los docentes de esos estudiantes, entonces también se arman de rankings de docentes y después un conjunto de medidas punitivas que si no sos bien evaluada como docente, primero te suspendo, después te bajo el salario, y hasta te puedo echar. Eso ha ocurrido en Estados Unidos, con lo que se nominó la ley No child left behind. Pero otra función que tiene la evaluación estandarizada es que termina definiendo lo que se enseña. ¿Por qué? Porque si después yo soy una docente que voy a estar siendo evaluada y mis estudiantes también, y sé que los van a evaluar nada más en lengua y matemática, todo lo demás que debería enseñar lo dejo en segundo plano y focalizo en aquello en lo cual van a ser evaluados mis estudiantes. Como dice Michael Apple, en vez de ser instrumentos de evaluación, que además no sirven para nada en términos de lo que es la evaluación pedagógica, terminan siendo instrumentos que definen el currículum, lo que se enseña en las aulas.

Para terminar, ¿cómo se puede pensar la educación para el futuro en un escenario como este?

CW: Me parece que ahí tenemos un desafío de poder recuperar horizontes, que profundicen en las transformaciones, porque me parece que, si algo nos enseña la historia reciente de América Latina, es que no se genera consenso a partir de acuerdos o concesiones a la derecha, sino a partir de transformaciones revolucionarias, y creo que eso es lo que hay que poner como perspectiva a corto, mediano y largo plazo. No son procesos sencillos, pero sí me parece que generan horizontes. Ahí me parece que se puede recuperar una categoría que es una que la extrema derecha no utiliza, y además que combate cotidianamente, y es la de igualdad. Ahí hay una batalla cultural por dar frente a estas propuestas meritocráticas, que generan más concentración de la riqueza, mayor desigualdad. Poder confrontarla con proyectos concretos en el campo educativo que defienden el derecho a la educación, también poder recuperar esta idea de lo común, recuperar la idea de igualdad. Escuchar—y ahí me parece que tenemos como docentes un desafío muy importante—a las niñas, niños y jóvenes y con eso poder trabajar a partir de sus experiencias concretas, problemas concretos, demandas concretas, y desde esa problematización de la realidad poder construir horizontes emancipadores. Porque lo que se propone Milei es una batalla moral,-él así lo dice-, y yo estoy convencida que, moralmente, nuestro proyecto es más justo, más igualitario, más solidario, más atractivo y afable de ser vivido. Este proyecto emancipatorio mejoraría efectivamente las condiciones de vida y de felicidad del pueblo y creo que estos proyectos de extrema derecha lo que generan es odio y una lógica de exterminio del otro que nos recuerda los peores momentos de la historia de la humanidad.

Fotografía: Ministerio de educación de la nación
Texto: Abi Valeria López

Fecha: 
Jueves, Marzo 21, 2024