CALAS

Desigualdades, identidades, emociones: factores que llevan a la desinformación

Los flujos de información a través de medios de comunicación, círculos de sociabilidad y plataformas digitales a escala global sobre acontecimientos sociopolíticos, culturales y científicos fueron el punto de partida de la Plataforma para el Diálogo “La desinfodemia global. Claves y desafíos para su abordaje”, que se llevó a cabo en la sede principal del CALAS en Guadalajara, del 18 al 20 de octubre de este año. Estuvo organizada por la Dra. Margoth Mena Young, del Centro de Investigación en Comunicación de la Universidad de Costa Rica, y el Dr. Mariano Dagatti, del Centro de Innovación de los Trabajadores (CONICET/UMET) y de la Universidad Nacional de Entre Ríos de Argentina.

Como parte del intercambio de ideas, los organizadores resaltaron que el concepto de desinfodemia condensaba, aunque fuera de forma provisoria, una serie de preocupaciones en torno a la producción, circulación y consumo de información en las sociedades democráticas del siglo XXI. Es el caso de la abundancia informativa, de la desinformación, de la misinformation, de la falta de acceso a fuentes confiables, de las fake news, de la confianza y credibilidad en voces autorizadas, de la divulgación científica y las traducciones entre lenguajes especializados y legos, del chequeo informativo.

Aunque las elecciones presidenciales en Estados Unidos y el ‘Brexit’ en 2016 fueron hitos en la progresiva centralidad de la problemática, fue con la crisis sanitaria por la COVID-19 que el ecosistema mediático se vio altamente afectado por los grandes flujos de información y su falta de rigor proveniente de distintos actores. Silvio Waisbord, director y profesor en la Escuela de Medios y Asuntos Públicos en la George Washington University, abrió la jornada de trabajo señalando que la desinformación no se produce entre pares, sino que proviene de arriba hacia abajo, y aunque se le reconoce principalmente en periodos de alta actividad electoral, la desinformación, al ser producida con el objetivo principal de desinformar, debe ser entendida como un fenómeno geopolítico y no precisamente electoral.

En América Latina, las brechas de acceso a la información, las desigualdades y necesidades de ciertos grupos sociales configuran de manera particular este fenómeno, ya que factores tecnológicos, políticos y mediáticos influyen en la actividad digital de la diversidad de usuarios de la internet. Asimismo, el periodismo se reconfigura en esta era donde la información abunda. Ramón Salaverría, de la Universidad de Navarra, expuso las transformaciones en las lógicas de producción periodística. A diferencia de otros momentos, el periodismo ya no busca información que falte, ni tiene la misma periodicidad, más bien selecciona entre toda la información disponible la más certera y atiende lógicas de publicación continua. El investigador apuntó que el periodismo trabaja en el espectro de lo verdadero y lo falso, por ello es posible difundir errores, pero la labor hoy en día debe ser rectificarlos. Esto genera que, debido a que no hay definición epistemológica entre error y mentira, exista una mala reputación en el trabajo periodístico.

Un punto más en común durante los tres días de la plataforma fue que la situación política, a nivel regional, ha generado altos niveles de polarización. La investigadora del CONICET y profesora de la Universidad de Quilmes, Natalia Aruguete expuso que un factor clave en la desinformación son las emociones, resaltó también que así como existe la polarización política, existe la polarización afectiva, en la que aspectos como la representación y la ideología juegan un papel importante al momento de compartir noticias. Se discutió el término news fatigue, haciendo referencia a que, ahora, es más oportuno referirse al bad news fatigue, ya que con esto se expone que el nivel de saturación no es igual debido a que las noticias que tienen una connotación positiva son más fáciles de manejar emocionalmente.

Como parte del cierre de esta jornada de discusión, Karina Bárcenas, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma México, se refirió a que las identidades son una parte sustancial para el entendimiento del fenómeno, pues es común poner en la persona usuaria la responsabilidad total de los contenidos y fuentes que consulta, sin tomar en cuenta que, en el uso de internet y acceso a la información, hay una cuestión estructural que fomenta desigualdades. Remarcó que la verdad se crea para atender ciertos intereses, y con la era de la posverdad, en la que se aprecian los sentires más que los datos objetivos, las verdades específicas atienden principalmente a los valores de una sociedad.

Fecha: 
Lunes, Octubre 30, 2023
Lugar: 
Universidad de Guadalajara